domingo, 28 de febrero de 2010

Libros: Carne de almoneda


Todos mis libros están aún embalados. No poder hojearlos, consultarnos ni utilizarlos para azuzar mi pensamiento en este momento me hace sentir un poco desamparada.
Muchos de ellos están releídos, a veces por completo y otras buscando párrafos a los que vuelvo una y otra vez. ¿Qué pasaría si de pronto todos desaparecieran pasto del fuego? Algunos podría volverlos a comprar, pero no sería lo mismo. Otros sería tarea ardua recuperarlos, porque están descatalogados hace tiempo. A veces hay que esperar a que muera un autor para que se dignen publicar su obra completa. Si no, habrás de esperar a que el azar -si existiese- te ponga ante los ojos de nuevo aquel ejemplar en una librería de viejo o la biblioteca de alguien que, a lo mejor, nunca lo valoró demasiado.

En los libros que tengo ahora sé por donde buscar exactamente para encontrar lo que necesito en ese momento. Además están, algunos, subrayados, cosa horrenda para los que piensan que los libros deben quedar siempre inmaculados. Los míos se abren solos por algunos lugares, de tanto volver a ellos. Y hago acotaciones al margen. Lo que no me gusta es que los subraye otra persona cuando los he prestado. Prestar los libros es una ruleta rusa para la biblioteca de cualquiera, porque en demasiadas ocasiones no vuelven nunca a casa.

¿Por qué he pensado en libros pasto del fuego antes? Pues porque eso es lo que le ha pasado a una amiga, hace un par de meses. Ha perdido todos sus enseres personales en un incendio. Todo. Sus hijos, su marido y sus perros están vivos, pero de su casa no queda más que el solar.

Y así, se me ocurre, no pasará lo que pasa casi siempre cuando alguien muere: Que sus muebles y sus libros son esquilmados fríamente por aquellos que se consideran deudos y/o deudores, y lo que queda pasa a alguna almoneda.
Entonces ¿Para qué aferrarse tanto a las cosas que nos acompañan?
Y todo eso lo digo mientras ardo en deseos de tener nuestra nueva casa pintada, nuestros pocos muebles en su sitio y nuestros libros a la vista, fuera de sus embalajes.

Así es la vida.

4 comentarios:

  1. Buenas Mari ^^

    Eso mismo me pasó a mí a la vuelta de París, iba cargada con 5 maletones. Tiré mucha ropa, pero los libros, me los traje todos. No puedo vivir sin mis cosas. Cuando cambio de ciudad, necesito hacer mío el lugar donde vivo. Aunque, la ropa interior la puedo cambiar siempre.

    Besazos manchegos ;)

    ResponderEliminar
  2. Es verdad, tienes unos cuantos libros...

    De todas formas te hago una propuesta:
    Dejamos que algunos pululen por aquí y no por el trastero hasta que compremos las estanterías -he dicho algunos-. De este modo tu desamparo será un poco más liviano, no?

    Y cuando nos muramos, como ya estaremos muertas... pues qué más da, ok?

    T'estimo.

    ResponderEliminar
  3. Vaya, conozco bien la sensación, ese apego inquebrantable a las cosas de uno. Si esas cosas son libros y nos han acompañado mucho tiempo, el apego es todavía mas grande.

    Sin embargo lo bueno de las mudanzas es que también sirven para deshacerse de lo que no sirve, de repente te encuentras cosas que ya no sabes porque conservas y es muy liberador desprenderse de ellas, entonces se queda uno mucho más relajado y más liviano contemplando las cosas y las personas que SI son importantes.

    Un abrazo, Maritornes guapa y otro para la pelirroja peleona, que por la descripción también podría ser yo :P .Se ve que compartimos mas cosas que la devoción por "Un lugar en el Mundo" ;)

    ResponderEliminar
  4. Querida Miricha:

    A mí me cuesta deshacerme de cosas, aparte de los libros, que no tienen valor para nadie más. Son algunas cartas antiguas, pequeñas notas o dibujos de amigos de la adolescencia, cosas que sólo yo entiendo porque sé en qué contexto hay que ubicarlas.
    Las cosas que yo misma he escrito a veces las tiro, mucho tiempo después, porque ya no me pertenecen. Ya no me definen o ya no quiero pensar así. No soy la misma que hace veinte años. Vamos cambiando a medida que vamos viviendo.

    De lo que tú has de hacer "copia de seguridad" es de tus fotos. Como dice Corde: "Mirichi tiene ojo".

    PD: Ya supongo que de ropa interior puedes cambiar, como dices tú. Espero que cada día. X))
    :::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

    Vale, Corde:

    Dejaremos algunpos libros fuera. Espero que podamos ir comprando estanterías poco a poco para colocarlos. Luego vendrá el dilema: ¿Cuántos libros míos y cuántos tuyos vamos bajando poco a poco del trastero?

    Espero que en nosotras no se cumpla el título de la peli de la Bardem: "Nadie hablara de nosotras cuando hayamos muerto".

    ¡Hala pues! (T'estimo en "oregonés")
    ::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

    Querida alma pelirroja:

    Antes de nada déjame darte las gracias por visitarme. Yo te sigo en Hatunia, el blog más "aristocrático" de los surgidos del foroloco.

    Hablando de las mudanzas: Ésta ha sido tan precipitada que la criba la tendremos que hacer en la nueva casa. En la antigua tuvimos que empaquetar a presión, sin discriminar, porque no había tiempo.
    Ese rito de deshacerse de lo que ya no me sirve lo hago a principios de año. Este año sólo tiré algo de ropa interior. Además venía de un cambio de casa forzoso, después de toda una vida casada, y ya había dejado muchas cosas atrás.

    ¡Así que tú también eres peleona, ¿no? Vaya, vaya...

    Un abrazo fuerte.

    ResponderEliminar