viernes, 26 de marzo de 2010

Mi destino


PelirrojaIII
Sobich 1976











Luis cernuda

¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.

¿Mi gente?
Mi gente eres tú.

El destierro y la muerte
para mi están adonde
no estés tú.

¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?

lunes, 15 de marzo de 2010

Una señora



Mariquita Pérez






Ella es una señora. Podría añadir "de provincias ", pero eso, que nunca leerá, no le gustaría, por eso no lo pongo. Además no me estaría ajustando del todo a la verdad.

Es una señora de provincias porque necesita dar muestras de su status, ficticio o no. Le asusta "el qué dirán". Pero es una mujer paradójica.

Fue -y es, en espíritu- descocada. Una seductora nata. Adelantada a su época en algunas cosas, no se ajustó en su vida privada a la moralina pacata de los años grises del franquismo.
Sin embargo es de derechas de toda la vida.

Es clasista y recuerda su niñez, rodeada de servicio doméstico que le servía la comida con guantes, pero al mismo tiempo, como ella dice, le gusta tanto el marisco que se lo comería "en la cabeza de un tiñoso" y le gusta tomarse un vermut desclasado, no un Martini. Quizá por eso la niña bien se casó con un obrero. Uno que ganaba dinero, pero obrero.

Es una rebelde de espíritu, pero ha pasado toda su vida de casada sin trabajar, pariendo muchos hijos -ella, a la que no le gustan los niños- .

Tiene talento, tocaba en el piano heredado de su abuela, tocaba el acordeón, pintaba hasta no hace mucho. Sin embargo no escucha música nunca, ni va a ver exposiciones de pintura. Ha hecho algo de teatro de aficionados y declama cada Navidad Llanto por Ignacio Sanchez Mejías, de Lorca. Menos este año. Pasó la Navidad en el hospital.

No es una mujer cariñosa, pero te llena el plato hasta los topes, porque cocinar es una de las cosas que le han gustado y dar de comer a los demás es su forma de demostrar afecto. Pero ya no cocina de forma tan exquisita como antes. Va perdiendo "el toque".

Ella, que pasa de los setenta, fumó desde los veinte hasta hace un año y medio. Tiene una mala salud de hierro. Mientras eso fue sólo un problema físico aguantó como una jabata. Pero ahora, en sus ojos verdes, y aunque intente aguantar el tipo, se lee el miedo.
Sabe que pierde memoria, pregunta las mismas cosas de forma repetida, hace pruebas al piano cuando no la ven, intenta pintar y lo deja porque no le gusta el resultado.

Se maquilla un poco más de lo habitual, no sé si a causa de la edad -dicen que las personas mayores ven los colores con menos intensidad- o porque, tercamente, quiere poner al mal tiempo buena cara, maquillando el miedo.

Cuando la miro, últimamente, y aunque es bastante deslenguada, siento ternura por esa mujer inerme que se da cuenta de que va calle abajo en el camino de la vida. Y la abrazo y la beso, aunque ella, paradójica como es, aún no sabe si me quiere o me detesta.


martes, 9 de marzo de 2010

¡Nada! ¡Que no actualizo!





Todos los días miro a ver si he escrito o traído algo nuevo. Pero no hay manera.

Página en Blanco
(Mario Benedetti)

Bajé al mercado
y traje
tomates diarios aguaceros
endivias y envidias
gambas grupas y amenes
harina monosílabos jerez
instantáneas estornudos arroz
alcachofas y gritos
rarísimos silencios

página en blanco
aquí te dejo todo
haz lo que quieras
espabílate
o por lo menos organízate

yo me echaré una siesta
ojalá me despiertes
con algo original
y sugestivo
para que yo lo firme