Tengo más o menos el mismo aspecto, aunque muchos dicen que estoy mejor, más sana.
Soy la misma, pero algo muy importante ha cambiado. He cambiado de pareja. Después de toda una vida casada me divorcié. He encontrado el amor. De la mano de una mujer.
¿Debiera sentirme orgullosa de eso? No. Me siento afortunada de estar en una relación llena de respeto mutuo, ternura, compañerismo, planes para el futuro y pasión. Vamos, lo que se viene llamando una relación amorosa.
Ni me enorgullezco ni me avergüenzo de tener una pareja de mi mismo sexo. No me veréis estos días en ninguna carroza del Orgullo, ni frecuento bares de ambiente. Nunca fui gregaria, aunque he tenido carnet de un partido político y he sido miembro de una iglesia. No me gustan las etiquetas ni necesito la protección de un guetto. Simplemente me dedico a ir de la mano por la calle con mi amor, a organizar una boda con más de cien invitados, contando con la tía Margarita que tiene 87 años, y a intentar que la relación con mi gente de toda la vida se mantenga.
Normalizar es eso, creo yo. El orgullo es una defensa. Siempre me parecieron patéticas las manifestaciones machistas con la mano en el paquete de muchos hombres. ¿Por qué va a ser mejor manifestar orgullo por ser homosexual, bisexual, transexual o lo que sea? ¿Por qué esa necesidad de autoafirmarse? La vida sexual es una parte de la vida, no la vida entera. Aunque el amor te dé la vida.
Yo quisiera encontrar un trabajo en el que no importase el sexo de mi pareja, contando con que vivo en una ciudad del interior, bastante tradicional y donde se mira mucho el "qué dirán". Estoy contenta de poderme unir a mi pareja en una boda válida jurídicamente, porque la ley nos ampara; de poder celebrar la ceremonia tranquilamente en un lugar al aire libre, porque eso sí me enorgullece. Estoy contenta de que la gente que nos quiere se alegre de vernos felices.
Me pregunto cuánto de ello se deberá a las cabalgatas del orgullo gay y cuánto al trabajo serio y a la valentía a cara descubierta (con la cara lavada y recién peiná) de muchas personas, unas conocidas y otras no. No critico la celebración. Bien para el que la disfrute o la necesite. Pero sigo teniendo mis dudas sobre el favor que nos hacen.