Donde pongo la vida pongo el fuego de mi pasión volcada y sin salida.
Donde tengo el amor, toco la herida.
Donde pongo la fe, me pongo en juego.
Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego vuelvo a empezar, sin vida, otra partida.
Perdida la de ayer, la de hoy perdida, no me doy por vencido, y sigo, y juego lo que me queda: un resto de esperanza.
Al siempre va. Mantengo mi postura.
Si sale nunca, la esperanza es muerte.
Si sale amor, la primavera avanza.
"...Quizá la clave para poder remontar es no dejar de soñar. Pero no me refiero a soñar sin fe, sino con esperanza, poniéndose una "las gafas de verlo todo posible" aunque sea sólo un ratito cada día. Se dice que somos lo que pensamos. Si piensas que eres un adefesio dejas de cuidarte y estás más fea, si piensas que nadie te quiere vas a la defensiva y apartas a la gente de tu lado, si piensas que no vales nada terminas siendo anodina. Yo, como mucha gente, o más, he tenido complejos toda mi vida. Pero también ganas de vivir, a pesar de las épocas de desaliento, que no han sido pocas. Y no he dejado de soñar. Eso nunca.
........
...Estoy viva."
(Este texto forma parte de un comentario hecho a Bílbilis en el post anterior, en contestación a sus palabras, pero es lo que me ha inspirado esta otra entrada)
Estos días estoy leyendo Mujer en guerra, de Maruja Torres.
Maruja podría ser, por edad, mi madre, pero hay muchas coincidencias entre sus orígenes y los míos. Su biografía me conmueve y, al mismo tiempo, me duele.
Maruja nació en Barcelona, en lo que hoy vuelve a denominarse el Raval y fue durante muchos años "el barrio chino". Es la zona que bordea la Rambla, que limita con el puerto, la ciudad antigua donde muchas de sus calles tienen el nombre de los gremios de artesanos que se agrupaban para trabajar y vivir en la Edad Media. También es la zona canalla por tradición, supongo que por su vecindad con el puerto. Decir Barrio Chino en Barcelona es decir el barrio de las putas.
En ese ambiente nació Maruja, en plena posguerra, de padres murcianos. Barcelona fue durante generaciones destino para los murcianos emigrantes. Mi propia madre llegó a Barcelona desde Murcia cuando tenía 15 años. Nunca más pisó su tierra de origen y tiene claro que en Barcelona morirá, aunque nunca perdió su acento ni pasa de chapurrear cuatro palabras en catalán. Y mi padre era gaditano. Parecía un marroquí de lo moreno que era y nunca le dejó su acento de Jerez. Pero cuando en Premià de Dalt, donde pasé parte de mi niñez, se bailaban sardanas, las bailaba tan bien como pudiera hacerlo Jordi Pujol. Así que, como la Torres, y a mucha honra, soy una charnega.
Me conmueve de Maruja Torres la pobreza en la que creció, teniendo en cuenta que su madre la crió sola. Recuerdo haber leído que la escritora y periodista contaba cómo madre e hija tenían que lavarse en el fregadero de la cocina, por trozos y con agua fría. Que aprendió a leer en casa y que su entretenimiento era el de muchísimos que querían evadirse de su realidad: Las sesiones dobles de los cines.
Me conmueve la dureza de carácter de su madre, que seguramente no lo tuvo nunca fácil, y la dependencia que tenía, en todos los sentidos, de su hija. Quien ha tenido una vida difícil suele ser duro por fuera, muchas veces, porque esa dureza es lo que le ha hecho no sucumbir. Por dentro llora el niño que debiera haber sido, que muchas veces sigue teniendo miedo, pero por fuera la coraza es una mezcla de ironía y rudeza por entre la cuál se escapa la ternura a ramalazos.
Pero Maruja siempre supo que era especial. Tenía muchos factores en su contra, pero cogió al vuelo las oportunidades que se le presentaron, de la mano de mujeres como Carmen Kurtz o Elisenda Nadal, que la introdujeron en el periodismo porque vieron lo que era capaz de dar aquella chica. Y se lo curró. Escapó al destino que sus circunstancias le dictaban: Trabajar haciendo limpieza, como operaria de fábrica o, a lo sumo, de modista; casarse con un chico que con un poco de suerte no le diera mala vida y se acabó.
Su vida me conmueve, pero también me duele. Me parece una mujer de las que piensan que la mejor defensa es un buen ataque, a la que gusta escandalizar para mantener a los demás a una distancia que no le resulte amenazante, alguien que renunció a una parte de su vida como mujer porque ello le habría cortado las alas y que ha sido más afortunada en amigos que en amores, probablemente.
Pero es una mujer viva. Una mujer que ha vivido defendiendo su espacio en el mundo y su lugar en el periodismo con uñas y dientes. La admiro, a pesar de que no sé si la envidio.
Sí, envidio su valentía para salir adelante sorteando por un lado su origen descastado, por otro el periodismo censurado de sus comienzos y también los ataques que ha recibido por ser honesta en sus convicciones y su forma de expresarlas. Podría haber hablado más alto, pero no más claro, contando con que no llevase en el cuerpo unas copas de más.
Pero, a pesar de ver en ella a la mujer animosa que también es, veo en ella, a veces, a la niña que creció con la madre castradora de sueños, que es la peor de las castraciones. A la mujer que defendió todos los "ismos" que le tocaron vivir en una época convulsa de nuestro país y que tuvo que elegir porque, en esta vida, y siendo mujer, no se puede tener todo.
Ponedme vosotros la "banda sonora" en este post, que pierdo el autobús hacia lo que me da miedo.
Graciaaaas.
Maritornes
De Wikipedia:
La procrastinación (del latín: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro) es la acción (o hábito) de postergar actividades o situaciones que uno debe atender, por otras situaciones más irrelevantes y agradables.
La procrastinación es un trastorno del comportamiento que tiene su raíz en la asociación de la acción a realizar con el cambio, el dolor o la incomodidad (estrés). Éste puede ser psicológico (en la forma de ansiedad o frustración), físico (como el sentido durante actos que requieren trabajo fuerte o ejercicio vigoroso), o intelectual. El término se aplica comúnmente al sentido de ansiedad generado ante una tarea pendiente de concluir. El acto que se procrastina puede ser percibido como abrumador, desafiante, inquietante, peligroso, difícil, tedioso o aburrido, es decir, estresante, por lo cual se autojustifica posponerlo a un futuro sine-die idealizado, en que lo importante es supeditado a lo urgente.
Cómo cuenta batallitas, para poder aguantar, con esa voz cascada que ya tiene.
Cómo llena el escenario, acompañado, sólo, de un gran pianista. Qué gran interprete.
Me hace pensar en un amante que, cansado por los años, suple la fuerza con la destreza, el empuje con la virtuosidad y con la seducción del tacto, la mirada y la palabra.
Monja misionera, para más inri. Años después cambié de idea. No por nada, sino por lo de los votos:
Voto de pobreza... Bueh! Voto de castidad... Esteee... depende de con quién. ¿Voto de obediencia? ¡Sí, hombre! Ni pa' atrás.
Encima no soy ni católica, así que mira tú.
Después quise ser maestra. Luego soñé con ser escritora, vivir sola al lado del mar y comer del producto de mis escritos.
Ya con treinta años, tres hijas y sin haber terminado BUP pasé a decir que no sabía lo que quería ser de mayor. En el interín trabajé de muchas cosas, unas más tristes y otras menos. De puta no. Por si las dudas lo aclaro.
Pero lo que de verdad, de verdad, me hubiese gustado es trabajar como actriz de teatro. Esa sí que es una droga dura. De eso sí que es difícil "quitarse", una vez que lo has probado.
Para las que tenemos un alma saltimbanqui no hay mejor manera de cambiar de vida dos veces al día, ser de todo y de todos, y no morir en el intento.
No me gustan las etiquetas, no me gustan los corsés, no me gusta que me cataloguen.
Quiero querer, para después poder. Quiero olvidarme de mí, para encontrarme, y reconocerme, y aceptarme, y así estar en paz conmigo y con mi mundo.
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*Llegó el final, cesó el clamorla magia se desvaneciótus ojos si...
Después de tanta ausencia
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QUIQUE.....
lLlévame a ver salir el sol
desde todos los portales de la luna
llévame al puerto y al malecón
cuando el cielo se nos llene de gaviotas
Alumbr...