martes, 26 de mayo de 2009

Virtudes y defectos



















Nuestras mayores virtudes suelen ser nuestros peores defectos.

El prudente puede llegar a ser pusilánime.
El valiente, temerario.
El sincero, desconsiderado.
El espontáneo, inconsciente.
El asertivo, engreído.
El afable, pesado.
El sencillo, mediocre.
El pillo, ladino.
El voluntarioso, obcecado.
El agudo, sarcástico.
El sutil, rebuscado.
El pícaro, soez.
El relajado, gandul.
El activo, desquiciado.
El curioso, entrometido.
El observador, fisgón.
El cultivado, pedante.
El servicial, servil.


El equilibrio es la clave.



5 comentarios:

  1. Pues sí, en el equilibrio está el don.
    Aunque como bien dice mi admirado y amado Pau, todo depende. Porque para gustos los colores, que decía aquél.
    A alguien le puede parecer otra persona ingeniosa y al de al lado, le puede dar la sensación de ser una sosa.Por poner un ejemplo, vamos.
    Me recuerda a eso que se hace llamar: "La delgada línea roja". Una vez que la pasas... puede pasar de todo.
    Petonets.

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  2. Me gustan todas las palabras de la columna izquierda.Fíjate que ilusa , que pienso que algo tengo yo que ver con ellas, al menos en ciertos momentos. Las de la columna derecha empezando por lo de pusilánime, tambien en otros,y ya no he querido profundizar más. Lo del equilibrio está bien,pero las de la derecha no me gustan nada, aunque de vez en cuando pueda sentar muy bien, poner los puntos sobre las íes, sacar el genio, valorarte sino lo hacen otros...Déjame en esta ocasión que me incline hacia la izquierda.Besos.

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  3. Maritornes, sería fantástico colocar en un plato de la balanza las virtudes y en otro los defectos, y que el fiel nos indique el equilibrio. Porque, ¡qué difícil es creerse “en la virtud” y no pasarse!

    No estaría mal que poseyéramos la facultad de salir de nuestro yo y ser espectadores de nuestra propia conducta. Poder rectificar en busca del equilibrio.

    Mientras alcanzamos esa utopía, podemos escuchar a los que nos quieren que nos harán ver nuestros defectos, porque difícilmente se corrige lo que no sé conoce.

    A propósito, ¿dónde está el equilibrio? …y ¿dónde la clave?

    Un beso

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  4. Con tener un equilibrio dentro del "totum revolutum" me conformo. Lo de tener equilibrio en cada una de las características, lo dejo para los brillantes y magníficos.
    Pero y lo divertido que es ser un temerario, inconsciente, sarcástico y desquiciado? Eh, eh. Luego lo compensas con unos momentos prudentes, afables y relajados.
    Ummm... la sal de la vida.

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  5. Querida Corde:

    Es verdad eso de que podemos gustarle a una persona y a otra no, pero apelo más bien a la propia conciencia con este post.

    Aunque a veces...
    En lugar de ser autocríticos poodemos caer en ser autodestructivos, cuando nos convertimos en nuestro peor enemigo. De eso sé yo un rato.
    Será cuestión de tener vigilada la delgada línea roja.

    Un beso.

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    Querida Monse:

    Gracias por dejar un comentario. Yo sé que te pasas por aquí, pero me gusta además encontrar tus palabras.

    Yo, definitivamente, también me inclino aquí hacia la izquierda. Me gustaría que esos adjetivos me definieran. Y estoy segura de que muchos de ellos te definen a tí. Ya nos vamos conociendo.

    Muchos besitos.


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    Querida Bílbilis:

    Me siento muy identificada contigo en tu manera de acercarte a esta cuestión.

    ¿Dónde está la medida?

    Apelo a la conciencia, pero la conciencia de cada uno está formada (o deformada) por su procedencia, la gente que lo ha rodeado -sea para emularla o hacer lo contrario a sabiendas-, las lecturas, la formación moral y ética... Y además, una vez que esa conciencia está formada, podemos hacer oídos sordos, no escucharla.
    Y podemos ir cambiando y evolucionando con los años, además.

    Como tú dices, los buenos amigos nos pueden ayudar a ver claro. Pero, al final, es uno mismo el que está "solo ante el peligro", porque aquellos que te quieren tienen, y sufren, sus propias subjetividades.

    Al final no hay más remedio que admitir que una misma es responsable de su vida y responderá por ella. Sola.
    Te aseguro que, en este momento de mi vida,lo asumo.

    Un fuerte abrazo.

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    Suzz:

    Què espitosa que et veig! M'encanta. Em fa somriure.

    Pues sí, lo del equilibrio perfecto lo dejaremos para los brillantes y magníficos, que están encantados de haberse conocido.

    Nosotras nos adherimos más bien a la máxima que afirma que lo perfecto es muy aburrido.
    Sobre todo para los que nos rodean, que se aburrirían de que fuésemos tan previsibles.

    Petonets i besets, salada.

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