lunes, 11 de mayo de 2009

Metamorfosis


Metamorfosis
Pablo Martín




La larva estaba en un estado larvado.

Por eso, durante mucho tiempo, como Tita, la protagonista de Como agua para chocolate, se dedicó a tejer una cubierta, como una colcha que la envolviera, la protegiera de aquello que no le gustaba y le diera el calor que necesitaba para vivir. Lo que pasa es que, tanto tiempo estuvo tejiendo, que la colcha la escondió por completo.

Desde fuera parecía que hubiese caído en un letargo infructuoso. Había quedado totalmente cubierta, cerrada al mundo, aislada. Claro está que sus congéneres, más jovenes y que por tanto no habían vivido algo así, se preocupaban.

-Sal de ahí- le decían. Pero la larva no estaba por la labor.

Así, en la oscuridad de su escondite, y sin saberlo siquiera, algo empezó a cambiar en su interior. No se podía decir que fuese algo grande, sino un proceso lento y sordo, inconsciente y no se sabe si voluntario en su propio desconocimiento. Un cambio inexorable, terco y ciego a la propia conciencia, mudo porque no sabría dar razón.

Sin darse cuenta, aunque los demás algo intuyeran, dejó de ser una larva. Había pasado a ser una crisálida.
Como nunca había pasado por eso, porque nunca se había atrevido a cumplir sus sueños, no sabía si ese sería el estado final de la metamorfosis. ¿Quedaría así por siempre? No era el estado ideal, está claro. Así ni cumplía como larva que había sido ni servía para otra cosa. Esa es la palabra. Así no servía.
Pero no sabía, ni podía, dar marcha atrás.

No se sabe cuánto tiempo estuvo así. Pero un día, un buen día, según ella, un mal día, según otros, se sintió llena de fuerza. Aunque no se crea, no se pudo resistir.
La envoltura de textura sedosa que la había cubierto en un tiempo ya se había vuelto rígida, la ahogaba, le producía heridas por el roce continuo. No podía, ni quería, seguir así, allí.

Era algo previsible, pero inesperado. Simplemente un día empezó a hacer fuerza con unas alas que no sabía que tenía, La cubierta se quebró de golpe y echó a volar.

La metamorfosis había terminado.

Naturalmente fue algo mal visto en su entorno. Unos decían que estaba loca, otros que era una egoista, todos que no la entendían.

En fin, ya se sabe.

Ahora la mariposa depliega sus alas, sobrevuela el antiguo capullo, se aventura un poco más allá, vuelve para oir las voces de aquellos que aún no se han hecho a la idea, y vuela más alto, más lejos.

No sabe aún su potencial. No sabe cuánto puede subir ni cuán rápido puede ir, pero extiende sus alas y disfruta el momento.

5 comentarios:

  1. !Qué magníficamente bien escribes,... !(El taco final referido a aquello que envuelve a la crisálida, me lo callo).

    Tan alto y tan lejos como quieras. Buscar el camino de la felicidad es arriesgado, lo sabes, pero hay que valorar en qué nos convertimos si no lo seguimos. Más allá de las obligaciones dadas o escogidas, están las obligaciones con nosotros mismos y nadie puede vivir nuestra vida por nosotros. Encontrar el equilibrio entre todos nuestros "yo" es difícil, pero tenemos el derecho a buscarlo y creo que también el deber.

    Toda la sabiduría, la fuerza y la suerte para la joven mariposa.

    http://www.youtube.com/watch?v=jkJciEf-ENA

    Besets

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  2. Qué bonito texto! Te felicito y me felicito por haber descubierto este Blog :)

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  3. Maritornes, esta historia de la larva y la crisálida me suena una barbaridad. Se parece a la historia de mi amiga L., de la que ya os hablé.

    L. ahora es crisálida, pero para llegar a serlo en todo su esplendor ha tenido que sufrir una gran metamorfosis. Tampoco conoce su potencial ni le importa. Disfruta de su presente, porque tiene todo el derecho del mundo a resarcirse del gran dolor que ha supuesto la transformación en crisálida, y porque en algún momento de la vida, hay que aparcar el mundo de las obligaciones y cultivar el mundo de las devociones.

    Un beso

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  5. Estimada Suzz:

    Tant de bo fos fàcil.
    Ojalá fuese fácil. Nadie dijo que lo fuese.

    Soy feliz,(casi todo el día) feliz.
    Pero no se pueden conciliar todos los "yos". A veces para que uno de ellos se sienta plenamente feliz otro sufre.
    No se puede contentar a todo el mundo al mismo tiempo. No se puede ser siempre buena madre, buena hija, buena amiga, buena empleada, buena esposa... y buena con una misma, todo a la vez. O que los otros lo perciban así.

    Pero estoy empeñada en ser muy feliz. Y hago bien los deberes.

    Besets, preciossa.

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    Sue, ¿Qué te puedo decir?

    Te doy las gracias de corazón.

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    Querida Bílbilis:

    En dos días cambié mi estado civil y mi lugar de residencia: A Caesaraugusta, desde Salauris.

    Y aún ando volando, y tratando de aterrizar en mi nueva vida a la vez.

    Deseo para tu amiga L. lo mejor, de corazón.

    Un beso.

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