jueves, 4 de noviembre de 2010

Y al final ¿Quién y como soy?



Reproducción prohibida, (Magritte, 1937)











Entre el deseo y la desesperanza,el desapego y la codependencia, la insatisfacción y el conformismo. Entre la necesidad de ser tomada en cuenta y ser dejada en paz, de ser valorada y ser invisible, de luchar y de dejarme ir, de superarme y de aceptarme como soy, de vivir y de morir.
Entre al agradecimiento por cada día vivido y el desierto de la tristeza infinita.

Y al final ¿Quién y como soy?

11 comentarios:

  1. Pues Maritornes, supongo que no somos una cosa sola y somos el compendio de muchas. Hay una cosa muy bonita que dice Colometa en "La plaça del diamant"(novela que recomiendo a todo el mundo) que es algo así como que a medida que pasa el tiempo hay cosas que nos van rodando y rodando por dentro del corazón, y el tiempo las hace rodar con él, y nos va cambiando por dentro y por fuera, con paciencia, y nos va haciendo tal y como seremos el último día.

    Creo que ahí está el kit de la cuestión. Obviamente, todos tenemos un algo que nos caracteriza y nos distingue de los demás, pero al final lo que define "quienes somos" supongo que es el tiempo material que tenemos para llegar hasta donde acabamos llegando.

    Vaya, tengo la sensación que me he explicado fatal.
    Una besada:)

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  2. Te has explicado muy bien, pequeña filósofa-filóloga.
    Quiero creer que la balanza se irá inclinando hacia aquello que es más sano para mí y los que me rodean. Pero también veo a veces, en personas mayores, que la cabra tira al monte.

    No creo que con el tiempo baste. Conozco a mucho inmaduro maduro. Hay más cosas: Voluntad, conocimiento de uno mismo, ganas de vivir y vivir bien...
    No sé. Yo quisiera ser siempre feliz y hacer feliz a quien me acompaña. Pero parece que cierto tipo de tristeza impregna todas las células de mi cuerpo. Tal vez sea menos angustioso aceptarlo así, como cuando una se da cuenta de que hay unos días al mes en que una se convierte en una bruja con escoba y luego se da cuenta de que no es más que el síndrome pre-menstrual . Parece entonces que parte de la angustia se pasa y con ella el sentimiento de culpabilidad.

    Què creus, petitona? Perquè tu em pots comprendre molt bé.

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  3. una una ... cómo se nota que no he releído.

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  5. No somos, estamos.

    Me pregunto una vez una amiga escocesa como coño (su pronunciación de coño es de las cosas mas divertidas de este mundo) hacía para saber cuando usar ser o estar. Le respondí que ser se refiere a algo permanente, y estar cosas que no, que son mutables. Ej. "Soy alto. Estoy contento."

    Pues eso, en la inmensa gran mayoría de las cosas no "somos", solo "estamos", y lo grande de todo ello es que sobre el "estar" si podemos influir


    besos

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  6. Pues yo creo Maritornes, que entiendo perfectamente lo que has dicho. Hay unos días al mes en que yo también me convierto en bruja. Y otros en los que simplemente me convierto en un lío andante, incapaz de descifrarme a mí misma. A veces yo también he pensado que soy una persona con cierta tristeza crónica. Pero también es cierto que tengo otras muchas cosas positivas que son crónicas. La cuestión es que hay días que depende como esté el tiempo, unas cosas salen más a relucir que otras, pero al final es eso. Y en referencia a lo que SubHatun ha puesto aquí arriba, diría que no podemos decidir lo que somos, pero sí tenemos cierto control sobre que parte de nosotros sacamos a relucir.

    Yo también soy más partidaria de ser siempre feliz y hacer feliz a quién esté a mi lado, aunque también pienso que es saludable sacar de paseo todos nuestros rincones, incluso los peores, no sea que un día se asfixien en nuestro interior y les de por salir de malas maneras. Y ante eso no hay que sentirse culpable. Se llama "ventilar el alma". Es algo natural.

    Petonets:)

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  7. Gracias a Dios que eres así. Imagina que te movieras siempre dentro de la desesperanza, la codependencia, el conformismo, la invisibilidad... O peor aún, el desapego, la insatisfacción...

    Los cócteles están muy ricos y aunque hay días que me apetecen más ásperos y otros más dulces, la combinación de sabores es su secreto.
    ¿Existe el cóctel perfecto? Sé que no, aunque yo siempre comparo y me comparo (Aughhhhh). Y ahí andamos dándole a la coctelera.

    http://www.youtube.com/watch?v=AdqqmuF9FDI

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  8. a corderetas con mi alma25 de noviembre de 2010, 18:47

    A mí es que me gusta la dicotomía y la dualidad, qué le voy a hacer.
    Ya sabes que a mí me encanta decir "Nada" para poder expresarlo "Todo". Pues eso...

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  9. Por si a alguno de los que habéis escrito se asoma por aquí: No sé qué contestar. Simplemente aquí estoy, con amor pero triste. Sé de donde viene mi amor y de donde mi tristeza, lo cuál habla en pro de mi salud mental, que existe, como Teruel, pero bueno...
    Un abrazo a todos.

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  10. La nochebuena de Maritornes
    Maritornes trajina en la venta yendo de un lado para otro, seguida por las pullas de los arrieros y las insolencias de los soldados. Está acostumbrada, y si bien en comparación con su vida son dulces las tueras y sabrosas las adelfas, ni una queja sale de sus labios. Es humilde sin rencor, trabajadora sin odio, sirvienta sin hiel.
    La noche del veinticuatro de diciembre es azul, gélida, estrellada. Maritornes enciende el fuego. Crujen las ramas verdes y un humo blanco se eleva rápidamente; después las llamas se lo tragan. Dos o tres chiquillos arrojan castañas y bellotas a las brasas. Estallidos y carcajadas infantiles. Maritornes ríe también. Le es fácil reír en Nochebuena, porque es Nochebuena y porque además tiene concertado refocilarse, al dormirse los amos y sosegarse los huéspedes, con un estudiante joven y, limpio, de miembros finos y ensortijados cabellos rubios. El estudiante no sabe nada, pero Maritornes está segura de que no rechazará un cuerpo cálido en la cama fría. Sobre todo porque en la oscuridad no se percatará de su boca desdentada por la sífilis, de sus cejas peladas, de su nariz roma, de sus ojuelos velados por un humor acuoso que destila constantemente. Y Maritornes ríe, ríe ante los insultos del mesonero Juan Palomeque, ante las palmadas de un arriero rijoso. Las risas arrecian cuando un recién llegado, mozo de mulas, empieza a contar a gritos que, después de recibir todos los sacramentos y abominando con eficaces razones los libros de caballería, ha muerto don Alonso Quijano, que tanto tiempo estuviera loco y recorriera caminos con el nombre de Don Quijote, creyéndose caballero andante. Maritornes recuerda muy bien su escuálida figura, y también el mofletudo rostro de su escudero Sancho. Recuerda la noche en que el herido caballero llegó a la venta, confundiéndola con un castillo. Recuerda que iba ella a la cama de Sancho, cuando sintiola Don Quijote y la atrajo hacia sí, diciendo que era de cendal su camisa de arpillera, de perlas orientales las cuentas de vidrio que traía en la muñeca, de hebras de oro de Arabia sus cabellos cochambrosos recogidos en una albanega de fustán. Recuerda que la llamó “señora y doncella”. ¡A ella, a Maritornes! Es como para reír. Pero la risa se transforma en lágrimas y, Maritornes llora.
    Mucho después de la medianoche, con tácitos y atentados pasos, Maritornes entra en el aposento donde se aloja el estudiante. Se siente como pensada por Don Quijote: joven, doncella y hermosa. Acerca el candil al lecho y contempla al mozo dormido. Es muy distinto del hidalgo manchego. Enjuto, bien conformado, casi un niño. En el suelo están el espadín, el birrete, la golilla, los escarpines, las calzas, la casaca y la camisa. Maritornes recoge y ordena todo. Después suelta los cabellos. En ese momento se siente más agraciada que Oriana, más inquietante que Urganda la Desconocida. Sus pies son dos palomas blancas, su cuerpo el surtidor de una fuente, sus ojos dos estrellas negras. Y las lágrimas que llora todavía, mientras se mete en la cama del estudiante, son lágrimas de agradecimiento al Caballero de la Triste Figura, que por segunda vez en su miserable vida le ha regalado belleza.

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  11. No sé quién eres, pero al leer esta entrada me he visto tan identificada que he pensado si serías yo...ya sabes: todos somos uno, una en este caso.
    Pienso que el día que nos aclaremos, que esté todo tan decidido y asumido que nos sentemos a ver la vida pasar desde el trono de la certeza, ese día dejaremos de ser.
    Un saludo

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