Todos mis libros están aún embalados. No poder hojearlos, consultarnos ni utilizarlos para azuzar mi pensamiento en este momento me hace sentir un poco desamparada.
Muchos de ellos están releídos, a veces por completo y otras buscando párrafos a los que vuelvo una y otra vez. ¿Qué pasaría si de pronto todos desaparecieran pasto del fuego? Algunos podría volverlos a comprar, pero no sería lo mismo. Otros sería tarea ardua recuperarlos, porque están descatalogados hace tiempo. A veces hay que esperar a que muera un autor para que se dignen publicar su obra completa. Si no, habrás de esperar a que el azar -si existiese- te ponga ante los ojos de nuevo aquel ejemplar en una librería de viejo o la biblioteca de alguien que, a lo mejor, nunca lo valoró demasiado.
En los libros que tengo ahora sé por donde buscar exactamente para encontrar lo que necesito en ese momento. Además están, algunos, subrayados, cosa horrenda para los que piensan que los libros deben quedar siempre inmaculados. Los míos se abren solos por algunos lugares, de tanto volver a ellos. Y hago acotaciones al margen. Lo que no me gusta es que los subraye otra persona cuando los he prestado. Prestar los libros es una ruleta rusa para la biblioteca de cualquiera, porque en demasiadas ocasiones no vuelven nunca a casa.
¿Por qué he pensado en libros pasto del fuego antes? Pues porque eso es lo que le ha pasado a una amiga, hace un par de meses. Ha perdido todos sus enseres personales en un incendio. Todo. Sus hijos, su marido y sus perros están vivos, pero de su casa no queda más que el solar.
Y así, se me ocurre, no pasará lo que pasa casi siempre cuando alguien muere: Que sus muebles y sus libros son esquilmados fríamente por aquellos que se consideran deudos y/o deudores, y lo que queda pasa a alguna almoneda.
Entonces ¿Para qué aferrarse tanto a las cosas que nos acompañan?
Y todo eso lo digo mientras ardo en deseos de tener nuestra nueva casa pintada, nuestros pocos muebles en su sitio y nuestros libros a la vista, fuera de sus embalajes.
Así es la vida.