sábado, 24 de octubre de 2009

Miedo rancio




"Abraza tu miedo"
Elena Ospina










Ella tenía miedo.
Miedo ancestral, miedo heredado, miedo aprendido, miedo inculcado, miedo interiorizado.


Tenía miedo desde pequeña.
A que no la quisieran como era, a no cumplir las expectativas de los demás aunque estas expectativas no tuviesen nada que ver con su propio bien, sino con los intereses de los otros.
Durante muchos años tuvo miedo a volverse loca, después a soltarse de las amarras que la ataban, tuvo miedo a volar -por eso su imaginación era tan grande y a menudo parecía estar en otro lugar-, tuvo miedo a ser La Culpable. De lo que fuese, es igual.

Tuvo miedo a las miradas envidiosas de otras mujeres. Por eso escondió su cuerpo, sacó sólo su lado maternal para la ternura, no se permitió el juego inocente de la seducción, ni siquiera a distancia.

Tuvo miedo,en fin, a ponerse a prueba. Y ese miedo fue el más duradero. De los demás se fue liberando con los años, pero de ese...
El miedo a fracasar la bloqueaba, el perfeccionismo la inutilizaba.

Cuando era pequeña, a los seis o siete años, comenzaba una y otra vez pequeñas labores de bordado que nunca terminaba porque enseguida veía que no iban a quedar igual que el modelo. Hoy, si ella misma tuviese delante a esa niña que fue , la animaría a probar con cosas más sencillas, para que fuese cogiendo confianza en sí misma. La convencería de lo bueno que era que tuviese interés por hacer cosas bonitas, compararía las pequeñas manos de la niña con las suyas de persona mayor para convencerla de que esas manitas poco a poco serían más grandes y más diestras y la animaría, sin colgarle el sambenito de persona que nunca termina lo que empieza que llevó desde siempre.

Porque ella, ahora, sabe que no es así. Que ha hecho bien muchas cosas en su vida. No es perfecta, se ha equivocado muchas veces, ha tenido que ir contracorriente, ha hecho muchas cosas sólo para demostrar algo a los demás, con lo tonto que es eso. Ha reaccionado más que accionado, demostrando así a menudo que le importaba todavía demasiado lo que los demás pensasen.
Y encima ha sufrido porque se daba perfecta cuenta de todo ello.

Ahora tiene un reto. Una deuda consigo misma. En realidad es un reto que la ha acompañado desde que era adolescente y no se lo permitieron hacer.
Ahora, más cerca de los cincuenta que de los cuarenta, quiere, por fin, estudiar una carrera.

Y tiene miedo. Aún. Sólo mientras escucha esta canción:

Pero ella no se va a quedar ahí.
Se repetirá a sí misma, una y otra vez, como hace desde hace años,
hasta que lo lleve escrito en la sangre, esto:



5 comentarios:

  1. Sé que tiene miedo,me lo ha confesado, pero el miedo está para superarlo y verse reforzado con un resultado (más positivo o no, depende de muchos factores). La cuestión es intentarlo, no?

    Sé que le pesa la responsabilidad y la perfección. Si revierte estos "defectos" y los usa para bien, superará ese pequeño escollo que tiene en febrero y podrá por fin empezar la Universidad.

    Está capacitada, todos lo saben... Sólo tiene que creérselo ella también. Y yo tengo una gran confianza y pase lo que pase sé que no me decepcionará.

    Y no es un miedo rancio, es lógico. Aunque habrá que superarlo o como mínimo convivir con él.

    Un besazo.

    PD: Seguramente me he repetido más que el ajo... No estoy muy fina yo.

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  2. Todos sentimos alguna vez en la vida,te lo dice una que en el fondo es una miedica...por lo que te conozco se que lo vas a conseguir..porqué en los momentos de tu vida que has tenido que tomar decisiones lo has hecho...sobre todo en lo últimos tiempos en los que te has dado cuenta que te queda mucho por hacer y mucho por vivir.

    Siempre hay tiempo..(¿recuerdas?)...lanzate,tu puedes...sólo es cuestión de dar el paso.

    Ha llegado el momento de ponerte a prueba y confio en tí.

    Achuchones y besitos.

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  3. Maritornes, creo que inculcar miedos del tipo que sean es tremendamente injusto y más cuando el destinatario es un niño. Son personas acaparadoras, creo que “sobreprotectoras” y muy fiscalizadoras. Pienso que las personas que actúan así, no son capaces de pensar y analizar el enorme daño psicológico que pueden ocasionar.

    Afortunadamente, la vida da muchas oportunidades para intentar desterrar los miedos y sus secuelas. El sólo hecho del conocimiento (a pesar del sufrimiento) puede ser un buen punto de partida.

    Hay tiempo para todo, hasta para ser feliz

    Un abrazo Maritornes…y mucha suerte.

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  4. Esos miedos rancios,podrían ser eso:rancios, caducos.
    Porque ahora que esa niña ya habrá crecido , digo yo,y que ha sido capaz de dar portazo
    ¿No va a ser capaz de muchas cosas más?

    ¿porqué seguir teniendo miedo por ejemplo, al fracaso?¿y todo lo que vas a aprender por el camino?No importa sólo el resultado final , sino el vivir cada dia.
    Al menos tú ya has decidido coger las riendas.

    Muchos besos, Lo harás bien, incluso muy bien.Y disfrútalo.
    POr cierto, ¿tu conoces un refrán que dice: Consejos vendo, que para mí no tengo?O algo así.

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  5. Querida Corde:

    Lo mejor es que ahora tengo al lado a alguien que, no sólo cree en mí, sino que me lo dice, me ayuda y no ve como un peligro que yo levante el vuelo.
    Siempre volveré al nido, no porque sea animal de costumbres, ni porque sea mi obligación, sino porque es donde está lo que más quiero.
    Porque es donde puedo compartir lo que sé y lo que aprendo, porque no soy querida por lo que hago, sino por lo que soy, tal y como soy.
    Voy a estudiar mucho.

    Un beso.

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    Querida Luisa:

    Sí, aún estoy a tiempo de vivir. Yo que hace un año me sentía vieja. Casi consiguen que me lo crea. Pero no.

    Gracias por ser mi amiga.

    Un abrazo cibernético. Pronto será un abrazo de verdad.

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    Sí, Bílbilis:

    Es como dices. Crecí con alguien desconfiado por naturaleza y que además no admitía sombra alguna a su lado. Todavía hoy me examina como a un caballo en la feria (mi madre) para ver qué defecto me encuentra. Sólo le falta abrirme la boca para ver mis dientes. Bueno, eso también lo intenta. En el fondo es muy insegura. Qué le vamos a hacer.

    Yo he aprendido, de mayor, a hablarme a mí misma como se le habla a una niña, para darme ánimo. No siempre lo consigo, pero al final parece que mno lo he hecho tan mal.
    Cuando digo que he aprendido es cierto. Hice, hace unos diez años, una psicoterapia con un terapeuta de la escuela de la Gestalt. Y se hacen muchos juegos de ese tipo. Nunca he dejado de luchar para superarme y no morir.

    Ahora quiero lo mismo. Abrazaré mi miedo, como el niño de la ilustración, y lo conseguiré.

    Un abrazo, y gracias por tus ánimos.

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    Monse, querida:

    Es verdad. Si he sido capaz de dar portazo sin miedo al fracaso...
    No sabes lo que me alegro de haber escrito este post. A veces nos es necesario hablar de lo que nos duele y pararnos a escuchar lo que nos dicen. Eso de verdad da fuerzas.
    Todavía me acuerdo de la primera vez que escribiste en el Sonrían, y no sabes cuánto me alegro de que te quedaras con nosotros.

    Un beso.

    P.D. Sí, conozco el refrán. Soy muy refranera, yo. Bueno, lo que he tenido ocasión de comprobar en mi vida diaria es que cada uno tiene miedo a algo diferente. Unos a las relaciones interpersonales, otros a enfrentarse a un reto intelectual o de trabajo... Si somos capaces de no juzgar al otro por "su" miedo y le animamos, y dejamos que el otro nos ayude con "nuestro" miedo, todo va bien. Lo malo es cuando nos ponemos a la defensiva y decimos aquello de: "Y tú ¿Qué?". Entonces nos estancamos.

    Otro besito.

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